
Atenté
contra tu paz
y me borré de tu sonrisa
Ahora me la paso
queriendo zurcir huecos
en miradas ausentes
¡qué apego!
apesta...
¿Por qué no querer la brisa?
la tormenta,
el invierno...
al final,
aunque fría
pasa la noche
pasa el día
Y llegan momentos que no existen
que no se miden
que no pesan como yunques en los pies
que no separan
ni excluyen
ni saben tanto que se pudren
como se pudren todos los momentos
que pasaron
a pesar de mi empeño en mantenerlos
estancados
atesorando un amor muerto
congelado
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